Quisiera aprovechar una de las pocas ventanas abiertas que tenemos quienes no podemos distraer nuestro tiempo productivo en hacer largas colas y engorrosos trámites, para hacerle llegar una queja a quien se supone debe recibirla.
Quisiera saber ¿dónde puedo expresar mi inquietud de que los comicios de la primera vuelta no se llevaron de modo regular?
Quisiera saber ¿a quién le puedo preguntar por qué no podemos tener una posición adversa a las opiniones del Presidente, sin temer a una represalia o una “catarata” de insultos e improperios? Y, ¿dónde puedo quejarme de que las personas que reciben las denuncias por robo menores a 654 dólares no hacen nada por encontrar a los malhechores?; bueno, a las de más de 654 dólares tampoco les hacen mucho caso.
Quisiera saber ¿dónde está el buzón de sugerencias para indicarle al Presidente que tener una cadena de medios de comunicación no es para lo cual ha sido electo?, ¿o comentarle que en medios de comunicación libres nos informaron que su amigo Barack puso en manos de expertos una compañía de la industria automotriz, porque ese no era su “fuerte”? ¡Zapatero a sus zapatos!
Quisiera saber ¿dónde puedo quejarme de que empleados de la Subsecretaría de Salud tienen el poder de tomarse una calle a pocos metros de un patrullero de la Comisión de Tránsito del
Guayas y que los vigilantes no mueven un dedo por regularizar el tráfico?
Quisiera saber ¿adónde puedo preguntar para qué sirve un parlamentario andino si el Presidente quiere retirar la participación de Ecuador de la CAN (Comunidad Andina de Naciones)? Quisiera que me digan ¿para qué sirve el ALBA (Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América), organizado por tres países pobres, en un mundo globalizado? Y me interesa que me indiquen ¿en qué parte del ‘Congresillo’ existe un buzón donde podamos decirles que la Ley de Seguridad y bajo nivel de evaluación a jueces y magistrados ha incrementado la delincuencia, sicariato, sacapintas, e irrespeto absoluto por la propiedad privada? Propiedad privada no solo es una ciudadela cerrada de pelucones, lo es un carro, un taxi, un reloj, un celular, lo es el dinero de la quincena, un cheque recién cobrado; lo es todo lo que nos ganamos y logramos con esfuerzo para nosotros, nuestras familias, nuestros empleados, nuestros jefes. Seguramente todas estas preguntas tienen una respuesta sobre lo cual haya que proceder de una manera en particular, e indudablemente me tomaría muchísimo más tiempo y dinero que enviarle estas inquietudes.
Hablan de “buen vivir”. Lo que le falta a esa ley es especificar para quién es el “buen vivir”. Los oficiales de Policía no quieren enfrentar al hampa porque saben que los matan, porque no están en igualdad de condiciones porque los reprimen. ¿Inequidad a los pandilleros? Presidente, primero sean equitativos con la mayoría, con los que protegen, los que educan, los que curan, los que producen, y luego reforme a los deformados. Haga a los presos sentirse humanos en las cárceles; a los enfermos protegidos en los hospitales; y principalmente, a los ciudadanos, sentirnos tranquilos en la comunidad.
Quisiera hacer un trámite para hacerle llegar al Presidente un disfraz de ciudadano común para que venga a caminar solo por las calles, mirando para todos lados; o para que salga y no le pare la buseta; o que se guarde la quincena o la plata del mercado en la ropa interior; o que se meta el celular en la media; que haga fila para tramitar una visa a Europa o Estados Unidos; que le enseñe a sus hijos a andar en bicicleta en la sala de la casa porque teme que les roben el juguete en el camino al parque o que lo atropelle un bus fantasma; o que haga una denuncia por robo; o que simplemente se siente en una aula de clases y trate de aprender multiplicaciones sentado en una banca con un clavo oxidado pinchándole, y una teja a punto de caerle en la cabeza. Estoy seguro de que estas experiencias lo ayudarán a ver lo que sus asesores no le dicen. Si puede ayudarnos a la comunidad a encontrar el lugar dónde mandar nuestras preguntas de una manera muy simple, se lo agradeceríamos mucho.
Santiago A. Sáiz,
Ingeniero, Guayaquil
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